África

Qué ver en Marruecos: 12 lugares imprescindibles entre el Atlas y el Sahara

Arquitetura marroquina em tom salmão
Descubrid qué ver en Marruecos y cuáles son los mejores planes para sacarle el máximo partido a vuestro viaje por el país.
27 agosto 2025

Marruecos es una tierra de colores y aromas embriagadores, donde cada ciudad, pueblo y paisaje cuentan una historia única. Si os preguntáis qué ver en Marruecos, descubriréis un cruce de civilizaciones con gran riqueza cultural, fruto de tradiciones milenarias e influencias de lugares diversos. En sus medinas y paisajes desérticos resuena el eco de relatos de viajeros, mercaderes, poetas y aventureros que recorrieron este fascinante territorio.

Desde el bullicio de los zocos hasta la calma de las montañas del Atlas, desde la inmensidad del Sahara hasta la suavidad mediterránea de su costa, Marruecos ofrece experiencias tan variadas como cautivadoras. En este artículo os llevaremos a descubrir el alma del país a través de 12 destinos emblemáticos, cada uno con encanto y secretos propios.

1. Marrakech, la ciudad roja

En Marrakech, la magia empieza al amanecer, cuando los primeros rayos acarician las fachadas de adobe que dan a la ciudad su inconfundible tono rojizo. Desde el primer momento, os veréis envueltos en un laberinto de callejuelas donde cada rincón cuenta una historia. Sus zocos, auténticos templos del comercio y la artesanía, están impregnados de intensos aromas a especias, cuero curtido e incienso, y muestran oficios transmitidos de generación en generación durante siglos. La medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985, guarda verdaderos tesoros: desde alfombras bereberes hasta joyas finamente trabajadas que son un reflejo de un arte ancestral, convirtiéndose en un lugar imprescindible que ver en Marruecos.

En el corazón de esta animada ciudad se encuentra la célebre plaza Jemaa el-Fna, que podéis descubrir con este free tour por Marrakech o con un tour privado. Al caer la noche, este espacio se transforma en un fascinante escenario al aire libre. Un poco más lejos, el Jardín Majorelle ofrece un remanso de paz que contrasta con el bullicio de la medina. Creado a principios del siglo XX y rescatado por el diseñador Yves Saint Laurent, es una sinfonía de colores que no os dejará indiferentes.

Y, por supuesto, no podéis iros sin probar la deliciosa gastronomía marroquí en alguno de los restaurantes de esta zona, quizá con un tour gastronómico. ¡Una experiencia imprescindible!

Un edificio azul en los Jardines Majorelle de Marrakech, un lugar que ver en Marruecos
El tranquilo Jardín Majorelle en Marrakech

2. Fez, capital espiritual y artesanal

Fez se presenta como la cuna de la cultura y la espiritualidad en Marruecos, y su medina es una de las zonas urbanas sin coches más extensas del mundo. Entre sus joyas destaca la Universidad Al Quaraouiyine, fundada en el año 859 y considerada la institución universitaria en funcionamiento más antigua del planeta.

Las famosas curtidurías de Fez, auténticos talleres vivos, ofrecen un espectáculo tan colorido como fascinante. Ante vuestros ojos, hileras de cubas teñidas en tonos vivos os mostrarán un saber transmitido de generación en generación. Aquí, el cuero se trabaja con una precisión casi alquímica, y las técnicas, celosamente guardadas por los artesanos, confieren a cada pieza una autenticidad única. Si queréis descubrir de cerca este proceso, podéis apuntaros en este free tour por Fez o en una visita privada, donde el guía os llevará a una de las míticas curtidurías… ¡Aviso! El olor es de lo más intenso.

Si pensáis pasar unos días en Fez, podéis aprovechar para cuidaros mientras disfrutáis de experiencias muy auténticas. Podéis empezar con un baño y masaje el hammam Royal Medina Spa y continuar con un taller de tatuaje con henna. Durante la actividad, no solo os aplicarán los diseños, sino que también aprenderéis a preparar la pasta y conoceréis sus secretos. El uso de la henna en Marruecos, ligado a la belleza y el bienestar, se remonta a siglos atrás y está profundamente conectado con tradiciones culturales, religiosas y sociales. Se utiliza en bodas, fiestas y otras celebraciones para atraer la buena suerte y ofrecer protección. Además, este ritual de purificación se plasma en motivos geométricos o florales que, según la tradición, aportan armonía y equilibrio a quien los lleva.

Dos curtidores trabajando el cuero en una curtiduría en Fez
Tradición viva en las curtidurías de Fez, un lugar que tenéis que ver en Marruecos

3. Chefchaouen, la perla azul del Rif

Es imposible ver el azul de Chefchaouen y no enamorarse de esta joya de Marruecos, escondida en el corazón de las montañas del Rif. Fundada en el siglo XV por refugiados andalusíes que huían de la Reconquista, con el tiempo se convirtió en un lugar de una belleza única. Sus fachadas pintadas de un azul intenso, símbolo del infinito del cielo, no responden solo a un criterio estético: según una antigua creencia, este color aleja las energías negativas y aporta paz interior.

La calma que se respira invita a pasear sin prisas, a contemplar y a dejarse llevar, muy lejos del bullicio de las grandes ciudades. Y para conocer su historia a fondo, nada mejor que una visita guiada por Chefchaouen o un tour privado. Descubriréis sus rincones menos conocidos y pequeños talleres de artistas locales que convierten la luz y el paisaje en obras de arte.

Si queréis un respiro en plena naturaleza, podéis acercaros a la fuente Ras El Maa, donde el agua cristalina de la montaña desciende en pequeñas cascadas. Es un paseo muy agradable antes de regresar al centro. Y para poner el broche final, podéis apuntaros a un taller de marroquinería. Si ya habéis visto las tenerías de Fez, aquí podréis continuar vuestra experiencia con el cuero elaborando vuestro propio recuerdo: un brazalete, una cartera, un bolso… ¡vosotros decidís!

Calle con edificios azules en Chefchaouen, una ciudad para visitar en Marruecos
Una hermosa calle azul en Chefchaouen

4. El Sahara, el corazón del desierto

Uno de los principales lugares en cualquier lista de qué ver en Marruecos es el inmenso desierto del Sahara, con sus majestuosas dunas en Erg Chigaga y Erg Chebbi, también conocido como las dunas de Merzouga. Este paisaje, que ha inspirado innumerables relatos de caravanas y leyendas nómadas, fascina por su austeridad y su belleza hipnótica. La arena, modelada por los vientos durante milenios, es el testigo silencioso de un pasado en el que las tribus bereberes recorrían estos territorios para sobrevivir.

Una excursión al desierto de Merzouga es una experiencia imprescindible en Marruecos. Con Civitatis, podéis elegir entre varias opciones —dos, tres, cuatro o incluso cinco días de aventura— para adentraros en este paisaje único desde las principales ciudades del país. Durante estas experiencias, alrededor de una hoguera, escucharéis y veréis los cantos y danzas tradicionales, en los que cada nota y cada movimiento os transportarán a un cuento de Las mil y una noches.

Si preferís disfrutar de actividades más cortas directamente desde Merzouga, también encontraréis distintas alternativas:

Algunos consejos para afrontar la dureza del desierto: no olvidéis hidrataros y, si queréis, llevad bebidas isotónicas. Protegeos del sol con ropa que cubra bien el cuerpo, crema solar de alto factor, gafas de sol y sombrero. No olvidéis un pañuelo o turbante para protegeros de la arena, y calzado cómodo adaptado a terrenos arenosos. Por último, un botiquín puede resultar útil, aunque los guías van equipados, así como un cargador solar para vuestros dispositivos. Y, sobre todo, ¡inmortalizad los paisajes del desierto!

El sol en el horizonte sobre las dunas del Sahara
El amanecer en las dunas del Sahara es un espectáculo que no podéis dejar de ver en Marruecos

5. Esauira, oda al Atlántico y a los artistas

A orillas del océano, Esauira se distingue por su historia y su marcado carácter artístico. Fortificada por murallas de origen portugués, fue en su día un cruce comercial estratégico que unía Europa con África, y su medina está inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco. Si os alojáis en Marrakech, podéis visitarla en una excursión de un día a Esauira.

El puerto de Esauira, siempre animado por pescadores, ofrece un espectáculo como un cuadro impresionista, donde mar y cielo se funden en el horizonte. No dejéis de probar las especialidades locales en pequeños restaurantes del puerto, donde pescado y marisco se combinan con la frescura de los alisios. Esto brinda una experiencia gastronómica auténtica, haciendo de Esauira un punto esencial que ver en Marruecos. Si queréis vivirlo al máximo, podéis apuntaros en este tour de comida callejera por Esauira, degustando platos típicos y recorriendo sus rincones más sabrosos.

Continuad vuestro paseo por la Skala de la Kasbah, una imponente fortificación de origen portugués desde la que podréis contemplar el puerto y las olas rompiendo contra sus murallas erosionadas por el viento. Luego, recorred la medina para admirar los puestos de artesanos especializados en talla de madera, cerámica y joyería, así como galerías de arte contemporáneo.

La ciudad de Esauira, su fortaleza y el mar
Esauira, entre murallas históricas y brisa marina

6. Casablanca, modernidad y tradición en armonía

Continuamos nuestro recorrido por Marruecos en Casablanca, una ciudad cosmopolita que combina de forma elegante la modernidad con las tradiciones. Su gran emblema es la majestuosa Mezquita Hassan II, una de las más impresionantes del mundo. Con un minarete de 210 metros y vistas al océano Atlántico, es un ejemplo único de arquitectura que une el arte tradicional con las técnicas más modernas. Tened en cuenta que en Marruecos solo los musulmanes pueden entrar en los edificios religiosos, por lo que si no lo sois, únicamente podréis admirar el exterior.

Al pasear por la ciudad, os llamará la atención el contraste entre sus amplios bulevares modernos y los barrios más antiguos. Si hacéis una visita guiada por Casablanca, descubriréis también el barrio de Habous, un proyecto urbanístico de los años 30 que combina la esencia marroquí con la influencia colonial francesa, y que sin duda forma parte de lo mejor que ver en Marruecos.

Por la tarde, nada mejor que pasear por la corniche, donde el sonido del Atlántico y los tonos del atardecer crean un ambiente mágico. A pocos pasos, la playa de Aïn Diab os espera con su arena dorada iluminada por los últimos rayos del sol. Y para terminar el día, sentaos en una de las terrazas frente al mar para disfrutar de un té a la menta o un café con el horizonte como telón de fondo.

Vista aérea de la ciudad de Casablanca, una visita imprescindible en Marruecos
Casablanca, la gran ciudad junto al Atlántico

7. Rabat, capital atemporal

Ponemos rumbo a Rabat, una parada imprescindible durante vuestro viaje por Marruecos. En la capital del país podréis ver cómo se combina a la perfección el legado histórico con un vibrante aire contemporáneo. En el corazón de la ciudad, la Kasbah de los Oudayas os transportará a otra época con sus calles encaladas y sus jardines andalusíes, donde la sombra de los naranjos os invitará a pasear sin prisas. Antiguamente fortaleza defensiva, hoy es un remanso de paz con vistas al océano Atlántico.

Uno de los iconos de Rabat es la Torre Hassan, vestigio de una mezquita inacabada del siglo XII, que se alza imponente como testigo de las ambiciones del sultán Yacoub el-Mansour. Frente a ella, el Mausoleo de Mohamed V, con su mármol blanco y sus intrincados motivos, rinde homenaje a las figuras más emblemáticas del reino. Podréis descubrir sus secretos y curiosidades en esta visita guiada por Rabat, o si preferís, podéis contratar un tour privado.

Pero esta ciudad no es solo historia. Su faceta más moderna se aprecia en sus museos, galerías de arte y amplias zonas verdes. A orillas del río Bu Regreg, encontraréis un lugar perfecto para relajaros mientras contempláis, al otro lado, la silueta de Salé, otra localidad marroquí con un encanto propio.

Vista de Rabat y su muralla, una ciudad que ver en Marruecos
Rabat y su muralla abrazando la ciudad

8. Ouarzazate y Aït Ben Haddou, escenarios de cine

Al sur de Marruecos, Ouarzazate y el ksar de Aït Ben Haddou combinan historia y cine en un entorno único. Conocida como la Puerta del Desierto, Ouarzazate se ha convertido en un referente del séptimo arte. Sus enormes estudios han acogido incontables producciones internacionales, desde epopeyas históricas hasta fantasías épicas. Entre montañas áridas y valles ocres, el paisaje parece sacado de otro mundo.

A pocos kilómetros, el ksar de Aït Ben Haddou, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, sorprende con su arquitectura de adobe, testigo de las antiguas rutas caravaneras que unían Marrakech con el Sahara. Sus estrechas callejuelas y robustas murallas, iluminadas por la cálida luz del atardecer, os transportarán a un escenario detenido en el tiempo. ¿Estáis en Marrakech y queréis descubrir nuevos horizontes? ¡Esta excursión a Ouarzazate es perfecta para vosotros!

Más allá de su magnetismo cinematográfico, la región os invitará a sumergiros en las tradiciones bereberes, donde la hospitalidad se saborea con un té a la menta en una terraza frente a la inmensidad del desierto. Entre leyendas ancestrales y escenas icónicas de la gran pantalla, Ouarzazate y Aït Ben Haddou muestran un Marruecos donde la realidad y la ficción se funden en paisajes de una belleza extraordinaria.

Vista de Aït Ben Haddou al atardecer, un pueblo imprescindible en Marruecos
Aït Ben Haddou, joya histórica imprescindible que ver en Marruecos

9. Tánger, puerta de África y cruce de culturas

Tánger, punto de unión entre Europa y África, es una parada imprescindible en Marruecos, tal como lo fue para el protagonista de El Alquimista de Paulo Coelho. Ciudad de paso, de intercambios y de inspiración, ha visto desfilar a escritores, artistas y aventureros que buscaban en sus callejuelas un soplo renovador. Su patrimonio refleja esta fusión única, donde la arquitectura morisca convive con vestigios de la era colonial e influencias andalusíes.

Para descubrirla, nada mejor que este tour de Tánger al completo, en el que recorreréis sus lugares más emblemáticos. También podéis optar por una excursión al Cabo Espartel, Cuevas de Hércules y Asilah para explorar los tesoros de sus alrededores.

Además, podréis explorar la esencia de Tánger en sus zocos bulliciosos, la serenidad de sus playas acariciadas por el viento y el dinamismo de su puerto, testigo de su papel clave en la historia del comercio marítimo. Y para poner el broche final, subid al mítico Café Hafa, encaramado en lo alto de un acantilado frente a Gibraltar, os conquistará para siempre.

Vista de Tánger y sus casas mayoritariamente rojas y blancas
Las casas rojas y blancas de Tánger, un rincón único que ver en Marruecos

10. Meknes, ciudad imperial

Antigua capital del país, Meknes fue transformada en el siglo XVII por el sultán Moulay Ismaíl en una auténtica fortaleza. Sus murallas, que se extienden a lo largo de más de 40 kilómetros, rodean una medina llena de vida, donde los coloridos tapices, las lámparas talladas y las cerámicas vidriadas son testigos de un saber hacer transmitido de generación en generación. Si os alojáis en Fez, podéis descubrir todos estos encantos con esta excursión a Meknes.

En el corazón de la ciudad se alza Bab Mansour, considerada una de las puertas más bellas de Marruecos. Sus mosaicos y las inscripciones dedicadas al sultán reflejan la grandeza de su reinado. La leyenda cuenta que, al inaugurarla, Moulay Ismaíl preguntó a su arquitecto si podría haberla hecho mejor… al recibir un “sí” por respuesta, ordenó su ejecución. ¿Historia o mito?

Muy cerca se encuentra el Mausoleo de Moulay Ismaíl, uno de los pocos santuarios abiertos a no musulmanes, con un interior que brilla gracias a la luz que se filtra por las cúpulas. Otro lugar enigmático es la prisión de Kara, una construcción subterránea sin salidas ni pasillos visibles, donde se encerraba a prisioneros cristianos y esclavos capturados en incursiones a las costas europeas. Sus salas abovedadas y oscuras siguen envueltas en misterio.

La puerta Bab Mansour en Meknes, una gran puerta marroquí
La puerta de Bab Mansour, una de las más bellas de Marruecos

11. Agadir, renacimiento bajo el sol

Agadir es la prueba viviente de que la adversidad puede dar paso a una asombrosa renovación. Tras quedar devastada por un terremoto en 1960, la ciudad resurgió con una audacia visionaria, transformando lo que antes era un modesto puerto pesquero en una moderna estación balnearia. Si buscáis relax, sol y playa, Agadir es el destino perfecto para vuestras vacaciones inolvidables.

Si os preguntáis qué ver en esta ciudad del sur de Marruecos, no dejéis de realizar una caminata por el paseo marítimo y la corniche. También podéis saborear la gastronomía marroquí en alguno de sus numerosos restaurantes, o subir en teleférico para disfrutar de unas vistas panorámicas del paisaje urbano y de las montañas del Atlas, sumando Agadir a los destinos imprescindibles que ver en Marruecos.

Y, por supuesto, no faltan las actividades más divertidas:

Camellos al atardecer en una playa en Agadir
Camellos en la playa de Agadir al atardecer

12. Imlil y el Atlas, el llamado de la montaña

Terminamos este recorrido por los lugares imprescindibles de Marruecos a los pies de las impresionantes cumbres del Atlas, donde el pueblo de Imlil encarna la esencia misma de la montaña: una fusión perfecta entre naturaleza y cultura bereber. Situado a 1740 metros de altitud, Imlil es la puerta de entrada para quienes sueñan con alcanzar el monte Toubkal, el pico más alto del norte de África. En el camino, las cascadas de Imlil, donde el agua desciende por la montaña formando pequeños arroyos cristalinos, son un lugar perfecto para reponer fuerzas durante la ruta. Si sois amantes de la aventura, no os perdáis esta ruta de 2 o 3 días de trekking por las montañas del Atlas, explorando senderos únicos y disfrutando de paisajes inolvidables.

Imlil es un lugar donde las tradiciones siguen vivas. Sus habitantes, mayoritariamente bereberes, mantienen un modo de vida ancestral, profundamente vinculado a la tierra y a las costumbres heredadas. Las casas de adobe, con techos de tierra y muros de piedra, se integran de manera natural en el paisaje.

Para los viajeros, dejarse guiar por un habitante de Imlil es una experiencia única. No solo conocen los senderos a la perfección, sino que también comparten anécdotas fascinantes y secretos bien guardados que hacen que la aventura sea aún más especial y un ejemplo del lado más natural que ver en Marruecos. ¿Por qué no disfrutar de una excursión por el valle de Imlil y la meseta de Kik o de un trekking de cuatro días por los valles del Atlas?

La Kasbah del Toubkal, en Imlil, una aventura para vivir en Marruecos
La Kasbah del Toubkal bajo las cumbres nevadas del Atlas

¿Cuándo viajar a Marruecos?

El momento ideal para visitar Marruecos depende de vuestras preferencias en cuanto a clima y actividades. Si buscáis temperaturas agradables, las mejores épocas son la primavera (de marzo a mayo) y el otoño (de septiembre a noviembre). Estas estaciones ofrecen un clima suave, perfecto para explorar ciudades y paisajes. El verano (de junio a agosto) resulta ideal para unas vacaciones junto al mar, pero puede ser muy caluroso en las zonas desérticas y en el sur. El invierno (de diciembre a febrero) es perfecto para disfrutar de la montaña, especialmente si sois amantes del senderismo.

¿Cómo vestirse en Marruecos?

En lo que respecta a la vestimenta, se recomienda vestir de forma modesta, especialmente en zonas rurales y al visitar lugares religiosos. Las mujeres pueden optar por ropa que cubra brazos y piernas, eligiendo tejidos ligeros y transpirables en verano. Para los hombres, la ropa informal suele ser apropiada, aunque es mejor evitar prendas demasiado cortas. En grandes ciudades como Marrakech o Casablanca, los estilos occidentales son más comunes, pero siempre conviene respetar la cultura local. También es aconsejable llevar calzado cómodo para las excursiones, ya sea en los zocos o en rutas de montaña.

¿Qué comer?

La gastronomía marroquí ofrece un festín de sabores, aromas y texturas únicas. Entre sus platos más emblemáticos, el tajín destaca la ternura de carnes y verduras envueltas en especias aromáticas. El cuscús, plato convivial por excelencia, suele servirse los viernes con una salsa rica en matices. La pastela, con su mezcla de dulce y salado, conquista a los paladares más exigentes. Mientras que el té a la menta, símbolo de hospitalidad, pone el broche perfecto a cualquier comida.

Para terminar con un toque dulce, no dejéis de probar los postres. Las tradicionales Kaab el Ghazal, aromatizadas con agua de azahar y rellenas de pasta de almendras, se suman a la chebakia, pequeñas galletas fritas bañadas en miel y espolvoreadas con sésamo. También merece la pena probar la ghoriba, galleta tierna a base de almendra o sémola; el makrout, pastel de sémola relleno de dátiles; y la m’hanncha, espiral de hojaldre con almendras.

Varios platos marroquíes en platos coloridos.
Sabores de Marruecos en una mesa llena de delicias

En definitiva, Marruecos es un destino lleno de matices, donde cada región desprende una atmósfera única y cautivadora. Desde las bulliciosas callejuelas de Marrakech hasta las imponentes cumbres del Atlas y las doradas dunas del Sahara, el país ofrece un viaje sensorial en el que cada instante es una invitación a dejarse maravillar. Su riqueza cultural se refleja en su arquitectura, en sus tradiciones y, sobre todo, en la calidez de sus habitantes, cuya hospitalidad convierte cada encuentro en un recuerdo imborrable. Tanto si estáis planificando qué ver en Marruecos como si buscáis vivir experiencias únicas, no dejéis de consultar nuestra sección completa de excursiones, tours y actividades en Marruecos. Y no os perdáis estas tentadoras propuestas para explorar el país sin complicaciones:

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