Nueva York en 10 experiencias increíbles

, Desayuno con diamantes, Solo en casa, Annie Hall, Friends… Nueva York es esa ciudad presente en nuestras vidas a través del cine y la televisión. Es una urbe vibrante, cosmopolita, sorprendente… La capital del mundo que hay que visitar al menos una vez en la vida. ¿Estás dispuesto a convertir esas imágenes en realidad?

Te presentamos Nueva York en 10 increíbles experiencias que te harán soñar:

1 – Ver atardecer desde lo alto del Empire State.

Desde el mirador de la planta 102 del rascacielos más famoso del mundo tenemos la Gran Manzana a nuestros pies. En la hora más mágica del día el sol cae y el cielo se oscurece, mientras miles de lucecitas se empiezan a encender. ¡Un emocionante momento de los que se recuerdan siempre!

2 – Caminar sobre el Puente de Brooklyn.

Otro de los grandes iconos neoyorkinos es el Puente de Brooklyn, el más fotografiado del mundo. Hay que cruzarlo caminando lentamente para disfrutar de la panorámica sobre el barrio de Brooklyn con el skyline de Manhattan como telón de fondo.

3 –  Times Square, el centro de Manhattan.

El corazón de Nueva York es donde se cruzan todos los caminos. Miles de personas de todas culturas y aspectos pasan a diario por Times Square, formando un mosaico que es la seña de identidad de esta gran urbe del mundo. Déjate encandilar por la noche con la visión de todos sus carteles y luces LED paseando por la zona peatonal repleta de modernos bares de moda.

4 – Volar por el cielo de Manhattan.

El bullicio de la gran ciudad reducido a diminutas hormigas: sobrevolar los rascacielos de Nueva York en helicóptero es de esas sensaciones que aumentan la adrenalina por cien provocando altas dosis de felicidad.

5 – Visitar el Memorial del One World Trade Center.

En la Zona Cero de Nueva York desde aquel fatídico 11S de 2001 se eleva el nuevo One World Trade Center que con una altura de 1776 pies es actualmente el edificio más alto de la ciudad. La altura concreta no es causal y remite al año en el que los Estados Unidos de América consiguieron su independencia. Su mirador, el One World Observatory, se ha convertido en una de las atracciones más importantes de la ciudad.

6 – Asistir a un musical en Broadway.

¡Enciendan las luces! ¡Música maestro y que comience la función! El mítico Rey León, la magia de Aladino y su lámpara maravillosa, la tragedia de Los miserables, la sensualidad de Cats o la seducción de Cabaret… En Broadway se concentran los musicales más populares del mundo, todo un despliegue de magníficas escenografías con las que reír y llorar con historias de siempre convertidas en espectáculo.

7 – Hacer un picnic en Central Park.

De la calle 59 hasta la 110, pasando por la Quinta y Octava avenida se despliega Central Park, el pulmón verde de Nueva York. En primavera y verano es el lugar de encuentro preferido por los neoyorquinos, en el que pasar el día, hacer deporte y disfrutar del sol y el aire libre sin salir de la ciudad. Toda una delicia sentarse a descansar un rato a la sombra de un árbol, disfrutar de un picnic, alquilar una bicicleta o un bote de remos para navegar por el lago.

8 – Presenciar una misa Góspel en Harlem.

El barrio de Harlem es uno de los más típicos de Nueva York, antaño con mala fama por delincuencia y atracos; ahora es mucho más tranquilo. Los domingos son un día especial para acudir a la iglesia y ser testigo de una auténtica misa Góspel. ¡Cuando escuches estas voces celestiales entenderás por qué aquí comenzaron su carrera musical artistas como Whitney Houston!

9 – Empaparse de arte en el Museo Moma.

La noche estrellada

de Van Gogh, La persistencia de la memoria de Dalí (los famosos “relojes blandos”) o Las señoritas de Avignon de Picasso son algunas de las inmortales obras que se exhiben en el Moma, el Museo de arte moderno más importante del mundo inaugurado en 1929. ¡Los viernes de 4 a 8 de la tarde la entrada es gratuita!

10 – Subir a la Estatua de la Libertad.

Nadie se puede marchar de Nueva York sin contemplar el emblema de la ciudad: la Libertad iluminando el mundo con su eterna llama. Esta estatua regalo de los franceses a Estados Unidos en 1886 para conmemorar el centenario de su independencia, se convirtió en la primera visión que tenían los inmigrantes europeos al llegar al nuevo continente tras cruzar el Atlántico.

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