Qué ver en la Bretaña francesa: 11 lugares mágicos

Paisajes que se mezclan entre la tierra y el océano, bosques, pequeños y encantadores puertos, acantilados, ciudades con historia y casas de madera. ¿Os imagináis una zona con todas estas características? Dejad de imaginarlo, ¡os desvelamos los 11 lugares que ver en la Bretaña francesa!
La región norteña de la Bretaña francesa es un lugar que no deja indiferente a nadie. Cada viajero que llega hasta esta montañosa península se queda completamente enamorado de la belleza de sus pueblos, sus historias y su naturaleza. Famosa por ser el escenario de Las aventuras de Astérix y Obélix, desde Civitatis os mostramos la preciosa región de la Bretaña francesa. Coged papel y boli, ¡nos vamos de viaje!
1. Saint-Malo
Para comenzar nuestra particular ruta por la región costera del noreste de Francia, nos fijamos en Saint-Malo. ¿Sabíais que es uno de los más importantes e históricos bastiones del país? Al llegar a esta localidad, veréis como su paisaje se funde a la perfección con las imponentes murallas que rodean a la ciudad.
Las murallas de Saint-Malo han sido testigo de invasiones piratas, barcos mercantes que hicieron de este puerto uno de los más importantes de Francia, e incluso de la invasión alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no todo fue lucha, las callejuelas del casco antiguo de Saint-Malo reflejan un auténtico remanso de paz donde relajarse. Así mismo, no podéis dejar de visitar la Place Chateaubriand, la majestuosa Catedral Saint Vicent o el fuerte de la Cité.
Pasear por los alrededores de las murallas es una de las mejores opciones para hacer en Saint-Malo. Desde aquí, tendréis vistas al estuario de Rance y las islas de Grand Bé y Petit Bé, a las que se puede acceder con marea baja.

2. Monte Saint-Michel
Ubicado en la frontera entre dos regiones -Bretaña y Normandía-, el Monte Saint-Michel es una visita obligada en Francia. Esta joya turística es uno de los destinos más deseados de los amantes de los viajes, ¡y no es para menos! La imponente abadía ubicada en esta montaña rocosa parece flotar entre el cielo y el mar, dejando una panorámica difícil de olvidar.
La entrada a la abadía del Mont-Saint-Michel os permitirá conocer al completo uno de los tres monumentos más visitados de Francia. Declarada Patrimonio de la Humanidad, este monumento en honor al arcángel San Miguel presenta una arquitectura románica combinada a la perfección con algunos trazos góticos. Además, la historia mística de esta isla-roca en plena desembocadura del río Couesnon, hace que tanto celtas como cristianos lo consideren un lugar sagrado.
Dejando a un lado la Abadía, pasear por las calles adoquinadas de su pueblo es una experiencia ideal para descubrir su esencia medieval. Allí las pintorescas casitas y las tiendas de artesanos harán que caigáis completamente rendidos ante el hechizo del Mont Saint-Michel.

Otra de las peculiaridades de este lugar son sus mareas, pues consiguen transformar por completo el paisaje. En caso de que la marea esté alta, la isla queda rodeada de agua, aislándola del resto del mundo. Sin embargo, cuando la marea está baja, se puede cruzar su bahía a pie y descubrir el lado más salvaje y natural de esta maravilla. Pero debéis recordar que esta ruta no es sencilla, pues la bahía del Monte Saint-Michel es el escenario de las mareas más grandes de Europa.
Para completar vuestra visita al Monte Saint-Michel, ¿qué mejor que hacerlo probando sus delicias gastronómicas? La pequeña localidad presume de la tortilla de la Mère Poulard, símbolo de la cultura francesa y cuya receta conquista a todos los paladares. Su textura ligera y esponjosa alimentó a numerosos peregrinos que llegaban a la Abadía en el siglo XIX. Pero eso no es todo: mariscos, crepes bretonas, galettes o sidras artesanas. ¡Disfrutaréis al máximo!
3. Punta de Raz
Continuamos por uno de los puntos más destacados de la Bretaña francesa, concretamente hasta Punta de Raz, en el extremo occidental del Finisterre. Este cabo de 70 metros de altura se adentra en el mar de Iroise, ofreciendo vistas de las olas del Atlántico rompiendo contra las rocas. ¡Es como estar en el fin del mundo!
Si sois amantes del senderismo, Punta de Raz es un lugar imprescindible para ver en Bretaña. La zona cuenta con el GR34, un sendero de larga distancia que rodea la costa bretona a lo largo de más de 2000 kilómetros. ¡Abarca desde el Monte Saint-Michel hasta el puente de Saint-Nazaire! Pasando por Punta de Raz, tendréis unas vistas panorámicas únicas. Veréis la isla de Sein, el faro cuadrado de La Vieja Dama, la capilla de Sain-Thée o el Ponte du Van.
Asimismo, esta área moldeada por el viento y el mar, es el hogar de miles de aves que se reúnen en la Reserva de Aves de Cap Sizun. ¿Sabíais que es una de las más destacadas de Bretaña? Por otro lado, podréis pedalear por la extensa red de carriles bici de Punta de Raz. Y también practicar deportes acuáticos como paddle surf o kayak en las cristalinas aguas del archipiélago de Glénan. No obstante, si tan solo buscáis bucólicos paisajes, también podéis optar por relajaros en sus rocas y admirar tranquilamente la belleza del fin del mundo en esta zona de la Bretaña francesa.

4. Carnac
Al igual que Inglaterra y su Stonehenge, Carnac consigue llevarte directamente a la Europa prehistórica gracias a sus campos de menhires. Este peculiar viaje en el tiempo comienza nada más llegar ante los más de 3000 menhires alineados a lo largo de varios kilómetros. ¿Qué os parece este yacimiento neolótico de la Bretaña francesa? Estas enigmáticas piedras de más de 7000 años de antigüedad siguen siendo un misterio.
Los menhires de Carnac, con más de tres metros de altura y grabaciones en sus bases, son el origen de numerosas leyendas. Estas intentan explicar su propósito, su relación con el culto a la luna o al sol, el calendario agrícola o su función sagrada y funeraria. Sea como fuere, estos monumentos ancestrales son el mayor conjunto de menhieres de este tipo en el mundo. ¿Os lo vais a perder?
De octubre a marzo, el yacimiento de Carnac es gratuita. Sin embargo, de abril a septiembre solamente es posible visitarlo con un tour de pago junto a un guía, que os contará todas las curiosidades sobre estos gigantes pétreos. Además, si queréis seguir aprendiendo sobre la prehistoria europea, podéis adentraros en el Museo de Prehistoria de Carnac . Allí, a través de diferentes objetos descubiertos in situ, os convertiréis en auténticos expertos en la historia bretona más antigua.

5. Brocéliande
Siguiendo con nuestra lista de lugares que ver en la Bretaña francesa, llegamos al bosque de Brocéliande, un lugar emblemático y misterioso a partes iguales. ¿Sabíais que este bosque es el corazón de las leyendas sobre el Rey Arturo y la búsqueda del Santo Grial? Brocéliande era el lugar en el que vivía el mago Merlín, el hada Viviana y el caballero de Lancelot. ¡Os podéis hacer una idea de la magia que rodea a este rincón de Francia!
Al llegar a este bosque, cada árbol, cada piedra y cada sendero parece esconder un secreto. Los paisajes salvajes de Brocéliande han servido de inspiración a poetas y escritores durante siglos. Algunas de las visitas imprescindibles del bosque son la tumba de Merlín o la fuente de Barenton, dos lugares vinculados a las creencias mágicas y celtas.
Otro de los rincones que no podéis dejar de explorar en el bosque de Brocéliande es el Valle Sin Retorno. En este estrecho valle donde, según la leyenda, el hada Viviana mantenía prisioneros a todos los maridos infieles que se adentraban en sus tierras. El caballero de Lancelot fue el encargado de acabar con este maleficio, enfrentándose a los dragones y liberando a los prisioneros. Actualmente, podéis recorrer el paseo de las Landas de Gurwant y admirar el Castillo de Trécesso, la casa de Viviane o la tumba de los gigantes.
Por último, os aconsejamos visitar el castillo de Comper, donde se encuentra el Centro del Imaginario Artúrico. Este museo interactivo os sumergirá como nunca en las leyendas celtas y artúricas a través de exhibiciones, artefactos y recreaciones históricas. ¡El lugar perfecto para completar el recorrido por este tesoro de la Bretaña francesa!

6. Quimper
Es hora de dirigirnos a la capital cultural de Bretaña. Hablamos de Quimper, una ciudad con un encanto que no pasa de moda. Situado en Finisterre, esta localidad es el mejor lugar para descubrir la cultura bretona mientras se pasea por sus calles adoquinadas con casas de entramado de madera. ¡Un claro ejemplo de la arquitectura medieval y renacentista de Francia!
Uno de los grandes monumentos de Quimper es la catedral de Saint-Corentin, una joya del gótico bretón con una coloridas vidrieras. ¡Os quedaréis totalmente impresionados! Mientras recorréis su casco antiguo, encontraréis además un gran número de comercios en los que se venden productos artesanales donde el gran protagonista es la loza. Prueba de ello es el Museo de la Loza de Quimpe, donde podréis aprender todo sobre esta tradición centenaria.
Para seguir descubriendo Quimper, no podéis dejar de pasear a lo largo del Odet, el río que atraviesa la ciudad. Allí podréis relajaros mientras pasáis junto a los muelles arbolados y las pequeñas embarcaciones amarradas, así como por sus pintorescos puentes. Otra de las grandes cosas que no podéis dejar de hacer en esta ciudad de la Bretaña francesa, es probar su exquisita gastronomía. Las creperías tradicionales de Quimper llevarán a vuestro paladar a disfrutar de una crepe bretona, ya sea salada o dulce, acompañada de una sidra local.

7. Rennes
Entre los iconos que hay que ver en la Bretaña francesa no podría faltar Rennes, capital y puerta de entrada a esta bella región. Esta ciudad bohemia os sorprenderá con sus fachadas art déco, sus mercados, las terrazas llenas de vida o las tiendas de diseño.
Una de las grandes peculiaridades de Rennes es que sus antiguas casas de entramado de madera permanecieron perfectamente conservadas a pesar del gran incendio que sacudió a la ciudad en 1720. ¡Su rico patrimonio histórico y cultural refleja a la perfección la historia de la Bretaña francesa! Podéis conocerlo con todo detalle realizando una visita guiada por Rennes.

8. La Costa de Granito Rosa
En nuestra recta final por la región de la Bretaña francesa llegamos al norte de Lannion, donde encontramos la llamada Costa de Granito Rosa. ¿Preparados para conocer uno de los puntos naturales más espectaculares de Francia? ¡Vamos!
Esta costa es una auténtica obra maestra natural esculpida por el viento y el mar a lo largo de los siglos. Famoso por sus rocas de granito de diferentes formas y tonalidades que van del rosa al naranja, este litoral forma paisajes de una belleza excepcional.
Para conocerlo, os proponemos llegar al pueblo de Ploumanac’h, elegido el pueblo más bonito de Francia en 2015. Sus casas de piedra y sus vistas hacen las delicias de todos los visitantes que llegan hasta este imprescindible de la Bretaña francesa. Su ambiente, además, es de lo más tranquilo, por lo que es el sitio ideal para pasear. Podéis recorrer sus callejones o visitar su faro en lo alto de la colina, el que, para muchos, es el punto más bonito del pueblo.
Después de explorar Ploumanac’h, podéis tomar un barco hasta Sept-Îles, un archipiélago situado frente a la costa de Perros-Guirec, una reserva natural protegida que alberga una rica vida salvaje, como una gran colonia de alcatraces. ¡Es una estampa de lo menos habitual en Francia, por lo que no os la podéis perder!

9. Dinan
Cerca de Saint-Malo encontramos Dinan, una encantadora ciudad medieval. ¿Sabíais que durante los siglos XIV y XVIII, llegó a ser uno de los grandes enclaves comerciales de toda Francia? Dentro de esta lista de lugares que ver en la Bretaña francesa no podíamos dejar a Dinan a un lado, pues esta ciudad fortificada conquista a todos sus visitantes. Sus murallas perfectamente conservadas, su castillo y sus calles serpenteantes os encantarán.
La atmósfera medieval de Dinan está presente en cada uno de los rincones de la ciudad, y cada uno de sus monumentos parece que nos susurran una historia que nos hace viajar en el tiempo. Uno de los imprescindibles de esta localidad bretona es la Rue du Jerzual, una calle rodeada de casas de entramado de madera y pequeñas tiendas de artesanos.
Por su parte, el puerto de Dinan es un lugar que une el ajetreo y la tranquilidad como ningún otro sitio. Los barcos de pesca llegando a sus muelles y las terrazas de los cafés generan un ambiente de lo más agradable en el que enamorarse de la región de Bretaña.
Dejando a un lado la orilla del río Rance y para que disfrutéis de una vista panorámica de la ciudad inolvidable, tendréis que subir las escaleras que llevan a la Torre del Reloj. Los tejados oscuros, sus murallas y el bucólico valle del Rance será vuestro nuevo fondo de pantalla.

10. Belle-Île-en-Mer
Otra de las grandes joyas monumentales de la Bretaña francesa la encontramos en Belle-Île-en-Mer, la mayor de las islas bretonas. Para llegar hasta allí, tendréis que tomar un ferry desde Quiberon y, tras una pequeña travesía de 45 minutos, estaréis en las increíbles playas y calas de la costa salvaje del sur de la región francesa.
Los paisajes de Belle-Île-en-Mer se componen de escarpados acantilados al borde del océano, playas de arena fina y valles de un intenso color verde. En definitiva, un escenario en el que parece que el tiempo no pasa. Esta isla es perfecta para dejarse llevar por el sonido del mar.
Entre los lugares imprescindibles de la isla bretona encontramos la Ciudadela de Vauban, que domina desde el siglo XVI el puerto de Palais. Un poco más alejado, se encuentran las Agujas de Port-Coton, unas rocas moldeadas por el aire y el agua que os harán fotografiarlas una y otra vez.
Si sois de los que buscáis actividades acuáticas, Belle-Île-en-Mer es vuestro paraíso, ya que merece mucho la pena bucear en sus aguas y descubrir sus fondos marinos, o realizar un paseo en barco. Para completar esta visita, no dejéis de practicar surf y admirar la puesta de sol desde la playa de Donnant.

11. Vannes
El último, pero no menos importante, lugar que os aconsejamos visitar en la Bretaña francesa es Vannes, una ciudad con un destacado patrimonio histórico que merece la pena conocer. Situado en el golfo de Morbihan, esta ciudad ha desempeñado un papel fundamental en la historia de Francia.
Recorrer sus murallas o sus preciosos jardines os hará ver la alta calidad de vida de la que disfrutan sus habitantes. En Vannes proliferan los muros de arte urbano, desde el M.U.R. hasta el Palais des Arts o el BREF, un lugar imprescindible para descubrir el legado cultural de la zona.
Otro de los imprescindibles de Vannes es la Place des Lices, la plaza principal, o el castillo del siglo XIII, donde encontraréis un museo que narra la historia de este rincón de Bretaña y su enigmático golfo. Para no perderos nada, os recomendamos reservar la visita guiada por Vannes.

Como habéis podido comprobar, hay mucho que ver en la Bretaña francesa. Es similar a un gran libro de aventuras, donde cada una de sus localidades son capítulos que hablan del mar, las leyendas y rincones llenos de encanto natural. A su vez, la región francesa cuenta con ciudades con un rico patrimonio histórico que os hará retroceder en el tiempo. Si queréis seguir explorando esta región francesa o sus alrededores, podéis descubrir todas nuestras actividades, visitas guiadas y excursiones en Francia. ¡Reservad ya vuestro vuelo!